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El desafío de la formación en Coaching Ontológico Profesional

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Autora: Lic. Elsa Antelo

En el año 2015 el Coaching Ontológico dio en Argentina un paso trascendental: de “Disciplina emergente” a “Profesión sustentable”. La AACOP (Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional)  lideró este proceso de Significación del Coaching Ontológico y el desarrollo del “Modelo 7CCOP” que hoy regula nuestra práctica profesional.

¿Cuáles son las condiciones necesarias que debe cumplir una profesión para ser considerada como tal?

  • Poseer un cuerpo de conocimiento específico y el control del mismo con capacidad normativa
  • Tener control sobre la organización del trabajo basado en aquel conocimiento
  • Disponer de organizaciones profesionales reconocidas legalmente, con capacidad reguladora del acceso a la profesión y de todos los aspectos relacionados con la práctica de la misma
  • Poseer un código ético y tener la potestad exclusiva para aplicarlo

Podría  afirmarse entonces, que una profesión no es más que una disciplina que ha conseguido autorregularse y aquellos que quieran ser reconocidos como “profesionales” deberán conocer y responder a dichas regulaciones ejerciendo su autonomía, respondiendo al compromiso que han asumido con la sociedad, invirtiendo en su propia calificación para abrirse paso en el mundo, preservando su identidad.

La capacitación teórica es sólo un pilar sobre el que se sustenta un profesional.

En 25 años de docencia universitaria he sido testigo de la brecha que existe entre la habilitación formal que otorga un  título para el ejercicio profesional y la habilitación subjetiva que empodera al egresado a enfrentar los desafíos de la práctica. Muchos egresados advierten que les faltan habilidades y actitudes funcionales para operar en los contextos reales y asumirse “profesionales”.

La AACOP requiere que, al igual que en otras profesiones, quien sea declarado Coach Ontológico Profesional haya atravesado distintos procesos formativos e instancias de certificación[1].

¿Qué entiendo por esos “distintos procesos formativos” a los que se hace referencia? Al momento de certificar, un profesional tiene que contar con un sólido cuerpo de conocimientos teóricos que irá profundizando y actualizando a lo largo de su trayecto profesional. Pero no es lo único con lo que debe estar equipado, necesita algo más que conocimientos sobre los que diseñar acciones fundamentadas en pos de los resultados que pretenda lograr. Necesita poder implementar dichas acciones y para ello el auto-conocimiento, el compromiso con el desarrollo personal y el auto-liderazgo resultan imprescindibles si pretende brindar con idoneidad sus servicios en una sociedad que es cada vez más compleja y que demanda cada vez más competencias tanto a nivel laboral como personal.

Tomo palabras de Oscar Anzorena cuando dice: “Así como el aprendizaje del ‘saber’ demanda emplear el intelecto, la racionalidad, el pensamiento lógico y la memoria, el aprendizaje del ‘saber actuar’ implica, además de todo esto, poner en funcionamiento la predisposición emocional, la destreza corporal y la implicación personal. Es un proceso donde todo nuestro ser está comprometido”[2]

Para desarrollar ese “saber actuar” que la profesión nos demanda, resulta imprescindible generar condiciones para que el alumno pueda pensarse a sí mismo, aprender a gestionar sus emociones, conectarse con sus recursos, identificar aquello que necesita desarrollar y salir de su zona de confort para avanzar en su desarrollo.

En la formación de profesionales de Coaching Ontológico esto tiene un lugar preponderante. Nos forman para “saber actuar” y en este sentido, al decir de Anzorena, “Es un proceso donde todo nuestro ser está comprometido”. Es un proceso de formación facilitado por docentes / coaches que ocurre en el dominio del Ser, a través de un aprendizaje que resulta transformacional. Creo que este es el mayor déficit de otras formaciones de profesionales que ponen foco en el conocimiento conceptual en detrimento del desarrollo del Ser del futuro profesional. ¿Será por esto que no se sienten aptos para ejercer la profesión aun teniendo su título en la mano?

En este camino de la construcción del “Ser Coach” para “Hacer Coaching”, la formación continua, entendida como un proceso integral que involucra la actualización de conocimientos y la adquisición de nuevas capacidades, se torna imprescindible en tanto estrategia de desarrollo de nuestro propio recurso como profesionales.

El compromiso por el servicio que brindamos se verá reflejado en la actitud de aprendizaje constante que demostremos en ampliar nuestras competencias para crecer en lo personal y ponerlo al servicio de facilitar los procesos de desarrollo de otros.

 “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender” Alvin Toffler[3][i]

Ser profesional no es sólo una cuestión de credenciales, no es más ni mejor profesional aquel que más títulos haya acumulado. Lo que lo hace digno de ser un profesional es el aporte efectivo que puede brindar no sólo desde sus conocimientos y herramientas sino desde su “ser humano” que encarna los valores éticos de la profesión que representa y que se ven de manifiesto en sus acciones.

En este sentido un gran desafío de los planes de formación  y de los formadores de profesionales debería centrarse en el desarrollo de esa “actitud” profesional que se requiere. Actitud que se observa en su posicionamiento en la vida y en la práctica misma. Uno de los logros que la AACOP se propone alcanzar en la formación de Coaches Ontológicos Profesionales es “que la formación de profesionales se distinga en su “ser coaches”, es decir, que en sus interacciones diarias sean identificados como tales”[4]

Ahora bien, ¿Cómo se desarrolla esta “actitud”?

En esta formación no sólo se aprende en qué consiste la profesión del Coaching Ontológico y los modelos teóricos en los que se sustenta. También nos proporciona la oportunidad de prácticas adecuadas para el desarrollo de las habilidades profesionales requeridas y  nos sumerge en un viaje al autoconocimiento y desarrollo personal en el que se van consolidando las actitudes que demanda el ejercicio de la profesión.[5]

Dice Oscar Anzorena, “En coherencia con la concepción sustentada en relación al vínculo entre el “ser” y el “hacer”, planteamos la importancia y centralidad de alinear los valores de nuestro “ser coach ontológico” con el “hacer coaching ontológico”. Desde esta mirada entendemos que el ejercicio de la profesión del Coaching Ontológico, supone un fuerte compromiso tanto con la excelencia de nuestra práctica profesional, como con nuestro proceso de desarrollo personal.

… el “ser coach” no es sólo el ejercicio de una profesión, sino que implica una forma de pararse en la vida, un modo de actuar e interactuar en nuestras relaciones, una manera de concebir la convivencia desde una actitud de servicio y con el compromiso con el bienestar y el desarrollo de las personas y los ámbitos organizacionales y sociales en los que interactuamos”[6]

Este posicionamiento en la vida y en la profesión, no aparece por arte de magia el día en que obtenemos nuestra acreditación. Es una actitud a desarrollar a lo largo de toda la formación, acompañando a los alumnos en este difícil camino de la construcción del rol a través de dispositivos que permiten que ese pasaje de ser alumno a ser profesional se dé dentro de la misma formación.

Talleres, espacios de práctica, facilitaciones, trabajo corporal, ejercicios de autoconocimiento, recibir feedback, conversaciones de coaching, el dispositivo del grupo de aprendizaje, son algunas estrategias válidas para desarrollar los conocimientos, herramientas y actitudes necesarias para “ser coach” y “hacer coaching”.

Las propias fortalezas, brechas de efectividad, valores, las creencias que nos habitan, juicios de posibilidad e imposibilidad, nuestra imagen pública, la que tenemos de nosotros mismos, emociones de todo tipo, se ponen de manifiesto en estas instancias, dejando al descubierto quiénes estamos siendo. Todo nuestro ser se ve comprometido en este proceso de formación para “ser coach”.

Son instancias que facilitan el darse cuenta de nuestra manera de estar siendo en el mundo y aprender, desaprender o reaprender lo necesario para que nuestras actitudes sean las dignas de un Coach Profesional.

La obtención de una acreditación profesional lograda con compromiso y calidad, dentro de un encuadre de enseñanza-aprendizaje donde se promueve el hacer y el ser profesional,  no sólo garantiza el desempeño efectivo y responsable, garantiza el desarrollo personal de ese profesional.

[1][1] Significación del Coaching Ontológico Constructivista y Sistémico. Modelo 7CCOP. AAPC (2015)

[2][2] Anzorena, O. (2008) “Maestría personal. El camino del liderazgo”. Ediciones Lea

[3] Toffler cita esta frase en su libro “El shock del futuro, pero su autoría se le reconoce a Herbert Gerjuoy

[4] Significación del Coaching Ontológico Constructivista y Sistémico. Modelo 7CCOP. AAPC (2015)

[5] Recomiendo leer “habilidades y actitudes del Coach Ontológico Profesional” desarrolladas en el libro: Anzorena, O. (2015). “Teoría y práctica del Coaching Ontológico Profesional”. Ediciones Lea

[6] Anzorena, O. (2015). “Teoría y práctica del Coaching Ontológico Profesional”. Ediciones Lea


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